La fotografía es una herramienta poderosa para explorar el mundo que nos rodea. Al capturar estructuras arquitectónicas, animales, paisajes o personas, podemos apreciar la belleza y el sentido estético en un momento detenido en el tiempo.
Incluso en medio de la monotonía, una imagen de un rincón de México puede ser entretenida y nos deja conocer algo nuevo que podríamos comentar en reuniones.
La imagen del día, proporcionada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), nos invita a reflexionar sobre la creatividad humana y la belleza que se localiza en nuestro país. Sin más retrasos, aquí está la imagen del día.
Cueva Grande: casas en el acantilado
Cueva Grande, ubicada en el municipio de Madera, Chihuahua, es una zona arqueológica que forma parte de las “casas en acantilado”, ingeniosas construcciones de la cultura Mogollón, las cuales, en este caso, se han datado entre el 1200 al 1521. Construida bajo una cascada en la montaña, este asentamiento cuenta con nueve cuartos distribuidos alrededor de una plaza comunitaria, reflejando su conexión comercial con Paquimé y su integración en una red cultural mayor.
La organización social del sitio se evidencia en la plaza central, que alberga dos graneros para almacenar maíz, esencial para la comunidad. Además, una pequeña atalaya servía como punto estratégico de comunicación con el cercano Conjunto Huápoca
Un legado arqueológico de la cultura Mogollón
Enclavada en un rincón montañoso cubierto por una cascada, Cueva Grande se erige como un testimonio de la organización social y las habilidades arquitectónicas de las antiguas poblaciones de la cultura Mogollón. Este sitio arqueológico, abierto al público desde 1994 bajo la custodia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), forma parte de los asentamientos conocidos como “casas en acantilado”, un término acuñado por arqueólogos del siglo XX para describir las viviendas construidas en cuevas o abrigos rocosos en lo alto de los acantilados.
De acuerdo con el INAH, Cueva Grande se encuentra en las cercanías del conjunto arqueológico Huápoca, aunque se considera una zona independiente debido a su delimitación geográfica. Entre ambos sitios fluye el río Papigochi, que actúa como una barrera natural. Este detalle, junto con las características únicas de su construcción, ha llevado a los especialistas a estudiarla como un espacio autónomo dentro del contexto de los asentamientos Mogollón.
El sitio, que data de una época en la que las poblaciones Mogollón migraban de norte a sur, destaca por su diseño arquitectónico. Según el INAH, Cueva Grande cuenta con al menos nueve cuartos distribuidos alrededor de una pequeña plaza central. Este espacio, que probablemente se utilizaba para actividades comunitarias, refleja un alto grado de organización social. En la plaza se encuentran dos graneros destinados al almacenamiento de maíz, lo que sugiere que los habitantes de este lugar no solo dependían de la agricultura, sino que también planificaban la conservación de sus recursos alimenticios.
El medio también detalla que el sitio incluye los cimientos y la traza de una pequeña atalaya, una estructura que habría servido como punto de comunicación con el cercano conjunto Huápoca. Este elemento refuerza la hipótesis de que existía una red de interacción entre los diferentes asentamientos Mogollón, lo que podría haber facilitado tanto la defensa como el intercambio de bienes y conocimientos.
Además, el INAH señala que Cueva Grande mantuvo relaciones comerciales con Paquimé, uno de los centros culturales más importantes del norte de México. Este vínculo comercial evidencia la integración de las comunidades Mogollón en redes más amplias de intercambio, lo que habría contribuido al desarrollo de su economía y cultura.
El término “casas en acantilado” que engloba a Cueva Grande, Huápoca y otros sitios como Cuarenta Casas, refleja una estrategia arquitectónica adaptada al entorno. Estas viviendas, construidas en lugares elevados y protegidos, no solo ofrecían refugio contra las inclemencias del clima, sino que también proporcionaban ventajas defensivas frente a posibles ataques.
Desde su apertura al público en 1994, Cueva Grande ha sido un punto de interés tanto para investigadores como para visitantes, quienes pueden apreciar de cerca la complejidad de las sociedades prehispánicas que habitaron esta región. La conservación y el estudio de este sitio, bajo la supervisión del INAH, permiten profundizar en el conocimiento de las culturas que florecieron en el norte de México y su legado en la historia del país.