Ulises Dumont: del oficio que le llegó de “pura casualidad” a un amor que le puso fin a una gran amistad

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Fue uno de los mejores actores de nuestro país y protagonizó películas icónicas como Tiempo de revancha, No habrá más penas ni olvidos y Crecer de golpe, entre otras. Sin embargo, Ulises Dumont nunca se propuso ser actor. Ni tampoco fue un deseo. Se inició en el teatro siendo adolescente, en un club de barrio y era simplemente una actividad más. “Soy actor por pura casualidad”, solía decir. No tenía claro qué quería ser cuando fuera grande y mientras hacía cualquier cosa para ganarse la vida, siguió en el teatro en forma amateur hasta que tuvo la oportunidad de debutar profesionalmente con Yerma, de Federico García Lorca, en 1964. La experiencia fue tan buena que empezó a tomarse en serio convertirse en actor y desde ese momento, no paró de trabajar hasta su partida. Ulises Dumont nació en Buenos Aires el 7 de abril de 1937 y murió a los 71 años, el 29 de noviembre de 2008, por una dolencia cardíaca.

Integró elencos de obras clásicas como Arlequín, servidor de dos patrones, El hombre elefante, Romeo y Julieta, Gris de ausencia, La nona, El casamiento, Yepetto, y también hizo Teatro nuestro, En Pampa y la vía, El último virrey, Los millones de Orofino, Ciudad nuestra Buenos Aires, Serafín de la jaula, Periferia, Viejos conocidos, Almas gemelas, Antes de entrar dejen salir, entre otras.

China Zorrilla, quien compartió cartel con Dumont en Arlequino, en el teatro Colón, dijo: “Cuando lo vi actuar por primera vez pensé ‘Este nos salva a todos’”. También Alfredo Alcón solía halagarlo: “Tenía un talento luminoso en el escenario y nunca se creyó que era un genio”.

Ulises Dumont y Nicolás Cabre, en la versión cinematográfica de Yepetto

Durante cuatro años, de 1987 a 1991, protagonizó Yepetto, de Tito Cossa, junto a Darío Grandinetti. Pocos años después decía sobre la obra: “Yepetto es el proyecto más importante de mi vida. No porque otros lo hayan sido menos sino porque me hizo muy feliz. Marcela, la mamá de mi hija Julia, me animó a hacerlo. Yo venía de cuatro años de no hacer teatro y bueno, en menos de tres meses, ensayé, conseguimos los colegas, la plata para hacerlo, el teatro y estábamos frente a ese éxito enorme”. También tiene una versión cinematográfica que, en 1999, Dumont hizo con Nicolás Cabré. “En el cine fue un proyecto totalmente nuevo. La condición que puso Tito Cossa para escribir el proyecto fue que no iba a adaptarla, entonces hizo todo un texto nuevo. La pasé bomba porque Nico Cabré es un pingazo y la pasamos muy bien haciendo esa película”, decía en las notas de la época.

En cine filmó más de 80 películas, entre ellas Dos quijotes sobre ruedas, La gran ruta, Crecer de golpe, El casamiento del Laucha, La parte del león, La fiesta de todos, Los crápulas, Tiempo de revancha, Últimos días de la víctima, La invitación, Los enemigos, No habrá más penas ni olvidos, El hombre que ganó la razón, Los chicos de la guerra, Cuarteles de invierno, La película del rey, El año del conejo, Sur, Billetes… billetes, Al filo de la ley, El censor, Policía corrupto, Yepetto, El mismo amor la misma lluvia, Solo gente, El mar de Lucas, Rosaringasinos, Conversaciones con mamá, Un mundo menos peor, Un peso un dólar, La herencia, Ni Dios ni patrón ni marido, El grito en la sangre, Negro Buenos Aires, El borde del tiempo, y tantas más.

Santiago Carlos Oves, que lo dirigió en Conversaciones con mamá, decía sobre el actor: “Ulises era uno de esos actores excepcionales. Era cuestión de darle el libro, decirle cuál era su personaje y después sentarse con él en un bar para hablar de todas las cosas que se nos ocurrieran, y además del personaje. Ya con su mirada entre esquiva, penetrante y tierna, me fue convenciendo de que indefectiblemente ese personaje ya se le había metido en el cuerpo. Mi elección para que fuera Gregorio no me llevó mucho tiempo. Me di cuenta de que Ulises lo estaba esperando y que Gregorio ya lo había aceptado. Recuerdo que cuando estrenamos en Barcelona un crítico me dijo que sentía que Ulises tenía una manera de actuar que no se notaba. Entonces me di cuenta de que Ulises no había actuado de Gregorio, había sido Gregorio… La última vez que lo vi fue en un festival de cine argentino realizado en Villa Carlos Paz. Había terminado la proyección de Conversaciones… y estábamos los dos frente a una sala colmada que no se movió. Allí pude felizmente agradecerle delante del público el hecho de haber participado en la película. Se lo dije desde el corazón y, lo que es mejor, se lo dije en vida”.

Una condición y un grupo de amigos

Hizo mucha televisión, pero no era le medio que más disfrutaba. En alguna nota dijo que lo llamaban muchas veces “pero difícilmente para un trabajo serio”. “Habitualmente no me interesan los proyectos que me arriman y nunca me pagan lo que pido. No tenemos una gran relación, la televisión y yo”, señaló. Sin embargo, debutó en La baranda en 1969 y siguió con Matrimonios y algo más, Politikabaret, Un mundo de veinte asientos, Hombres en pugna, Los hilarantes, Nosotros y los miedos, Hombres de ley, La bonita página, Atreverse, Un día volveré, Sin condena, Alén, luz de luna, Drácula, Tiempo final, Criminal, Mujeres asesinas, Montecristo y Los cuentos de Fontanarrosa, entre otros ciclos. Su última participación fue en Rosa Violeta y Celeste.

Adriana Lorenzón, autora de Alén, luz de luna, compartió varios meses con Dumont durante las grabaciones de la novela en San Martín de los Andes. De él recuerda: “Pidió como condición ir a pescar con (Héctor) Alterio y un día contó que vieron un ovni cuando estaban pescando en el medio del lago. Contaba muchas anécdotas, algunas imposibles de chequear. Me acuerdo de que les gustaba tomar vino patagónico y se reían mucho con Alterio. Además, habían armado un grupo que era desopilante con Aldo Barbero, Silvia Montanari, Marta González y Humberto Serrano e iban juntos a todos lados”. Con Lorenzón volvieron a trabajar en Montecristo, donde Dumont hizo del Abate Faria, el viejito que estaba prisionero con el protagonista y le deja toda su fortuna para que lleve a cabo su venganza. “Obviamente, decidimos llamarlo Ulises y fue una pequeña gran participación”, dice a LA NACIÓN.

Un amor y el fin de una amistad

De perfil muy bajo, Ulises Dumont tuvo varias parejas, entre ellas las actrices Leonor Manso y Paula Maciel, y Marcela Luppi, hija de Federico Luppi. Tuvo dos hijos, Enrique, con Maciel; y Julia con Luppi. Esta relación con Marcela, que era mucho menor que Ulises, le costó al actor la ruptura de su amistad con Federico Luppi para siempre. Sin embargo, tuvo buena relación con Gustavo Luppi, hermano de Marcela, y quien lo dirigió en la novela Alén, luz de luna.

Enrique Dumont, también actor, habló con LA NACIÓN y así recordó a su padre: “Hicimos varios trabajos juntos, pero donde más compartimos fue en la película La herencia, de Sergio Smuckler, que filmamos a finales de 2007. Estamos juntos en el 99% de la película y fue la última de papá porque al año falleció. Así que significó un montón para mí. Muchos años antes habíamos hecho Rosarigasinos, pero no compartimos escenas porque con Gustavo Luppi hacíamos los personajes de Federico Luppi y de mi papá, de jóvenes”.

Enrique Dumont: “Papá vivió de una manera humilde, siempre fue muy consecuente con sus ideas

Y agregó: “Papá vivió de una manera humilde, siempre fue muy consecuente con sus ideas y cuando algo no le iba, no lo hacía y no importaba cuánto dinero hubiera. Esos son algunos valores que me dejó. Fue un actor querido y respetado que influenció a una generación que hoy tienen 40 y 50 años, y lo toman como referencia. Eso me da mucho orgullo. Crecimos viendo películas de la posdictadura y la explosión del cine argentino, como Tiempo de revancha, No habrá más penas ni olvidos”.

Además, aseguró que Dumont no quería que fuera actor “por la inestabilidad laboral de la industria”: “No querían para nada, ni él ni mi mamá. Decían que no hay continuidad, y que necesitaba tener alguna otra profesión que me permitiera parar la olla. Y fue así que estudié administración hotelera y gastronómica que, efectivamente, me permitió parar la olla cuando no hubo laburo como actor. Crecí en una familia de actores. Mi mamá era uruguaya, trabajó en España unos años, vino a la Argentina en los 60 y conoció a mi papá en un escenario. Mi mamá me tuvo grande y decidió poner en pausa su carrera para ocuparse de su único hijo y de la familia. Y el que salía a laburar era papá, que me llevaba al teatro, a las filmaciones. Caminé los teatros de arriba abajo, de atrás para adelante. Mi papá hacía mucho teatro y mucho cine y yo lo acompañaba todo el tiempo, así que ese mundo me atrapó”.

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