La inesperada encrucijada de Javier Milei: entre las broncas con Macri y el ajedrez de Cristina Kirchner

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El Gobierno no tiene hoy un pacto con Cristina Kirchner. No porque no lo quiso, sino porque no pudo. Javier Milei plantó el anzuelo para sentar al kirchnerismo en el mismísimo momento en que candidateó, en tándem, a Manuel García-Mansilla y al juez federal Ariel Lijo para la Corte Suprema. La idea original era que Lijo cosechara los votos en el Senado para sí y para el otro postulante, un catedrático de perfil conservador. En toda su carrera judicial, Lijo vibró con la política. Cosechó amistades en el peronismo y en el radicalismo. En el plan oficial, ese capital, al final del día, iba a prevalecer sobre cualquier incomodidad que pudieran generar las muchas ONG que le endilgaron al juez una mala reputación.

El Presidente y Santiago Caputo -verdadero estratega judicial del Gobierno- hicieron algo más. No agitaron, hasta ahora, la bandera de “Cristina presa”. Esa siempre fue una de las diferencias más evidentes entre Milei y Mauricio Macri. Con esa señal de arranque, los libertarios le dieron a entender a la expresidenta que con ellos tendría una posibilidad única de poblar el Poder Judicial.

Milei anunció los pliegos de Lijo y Mansilla a fines de marzo. Desde entonces y hasta septiembre inauguró un juego de estrategia con el Instituto Patria. Un ajedrez secreto. Laderos, senadores, operadores -y hasta exégetas no autorizados- de la expresidenta intercambiaron mensajes con Caputo y su ladero fiel, el secretario de Justicia, Sebastián Amerio. Los operadores judiciales de Milei tienen viejos conocidos del otro lado del río. Desde Eduardo “Wado” De Pedro y Martín Mena hasta Juan Manuel Olmos. Las dos partes dieron señales, transmitieron propuestas, hicieron jugarretas y hasta se hablaron por los medios sin llegar a ningún lugar.

Ese meneo se desplegó sutil y sin hacer olas durante meses. Pero detonó como una bomba en el cierre de la actividad ordinaria en el Congreso, con la fallida sesión para tratar proyecto de “ficha limpia” de Pro. Las bancas vacías de ocho diputados de La Libertad Avanza despertaron a todos los fantasmas: los amarillos olieron a traición y toda la política puso una lupa gigante sobre un eventual acuerdo entre el Gobierno y Cristina. Hubo un cruce de comunicados entre Pro y La Libertad Avanza que abren un interrogante sobre cómo será de ahora en más esa relación.

Los ocho diputados libertarios que no dieron quorum para ficha limpia: Emilia Orozco, Pablo Ansaloni, Carolina Pparo, Álvaro Martínez, Lorena Maczsyn, José Peluc, Marcela Pagano, Santioago Santurio

En la Casa Rosada venían susurrando que la iniciativa de “ficha limpia” -que impide candidatearse a quienes tienen condena confirmada en segunda instancia- era “mala”. Consideraban que iba a judicializar a la política. Aún así, se habían comprometido con sus socios a aportar sus votos y no lo hicieron. “¿Queremos o no un país sin corrupción?”, reaccionó enseguida Macri.

Milei, que poco lugar le había dado hasta ahora a la agenda institucional, reaccionó al balde de dudas que le cayó encima. Para salir del tema por encima, le prometió a la diputada Silvia Lospennato (Pro) que el Gobierno redactaría una versión mejorada con la ayuda de Alejandro Fargosi, un exconsejero de la Magistratura. Los tuiteros libertarios dieron un giro en el aire en X. “¿Y ahora qué van a decir?”, salieron en coro en redes sociales, como si Milei siempre hubiera sido el abanderado del tema.

Hasta ahora no se conoce qué idea de “ficha limpia” tiene el Gobierno. “Está en estudio… no sabemos… pero tengan la certeza que este Gobierno va por ficha limpia”, afirmó ayer Patricia Bullrich haciendo un gesto de firmeza con la mano. Lospennato dijo que “a riesgo” de sentirse “burlada” va a creer en la palabra del Presidente. Pero dejó una advertencia: “Nuestro votante no va a tolerar ningún acuerdo con el kirchnerismo”.

Encerrona

El Gobierno está en una encerrona complicada. No consiguió los votos para los pliegos de Lijo y García-Mansilla, pero asumió todos los costos de las tratativas: quedó al borde del quiebre con Macri y sumó al ojo de la Providencia atento a cualquier acercamiento con el Instituto Patria.

El problema es que Cristina es, por matemática, una interlocutora ineludible para las cuestión judicial. El Senado tiene 72 miembros y con 25 legisladores alcanza para bloquear los dos tercios de los presentes necesarios para designar a un juez de la Corte. Unión por la Patria suma 33 senadores.

Hubo un momento, allá por septiembre, en el que ambas terminales estuvieron cerca, cerquísima. Cristina había pedido cambiar el pliego de García-Mansilla para colocar a una mujer fiel a su sector pero el Gobierno respondió que no: “Lijo es el de ustedes”. Eso dio paso a la opción de agrandar la Corte a siete o nueve miembros. Pero Casa Rosada dijo estar dispuesta únicamente si aparecían los votos para Lijo y García-Mansilla.

Cristina Kirchner, esta semana en una reunión en el Instituto Patria

Entonces asomó sobre la mesa un plan de pasos, con garantías para las dos partes: que un proyecto para agrandar la Corte tuviera media sanción de Diputados; que luego aparecieran los acuerdos para Lijo y García-Mansilla y que, en último lugar, el Senado sancionara la ley de ampliación. La desconfianza, sin embargo, no permitió avanzar. “Nunca estuvo el kirchnerismo para hacer esa”, comentó esta semana un colaborador del Gobierno, mirando la escena con retrospectiva. Un hombre cercano al Instituto Patria apuntó: “Si el Gobierno hubiera querido, hubiera aparecido un diputado de ellos con un proyecto de ampliación bajo el brazo”.

En medio de las conjeturas y las especulaciones de esta semana, un colaborador del Presidente soltó en la Casa Rosada, harto: “No hay ningún pacto. ¡Que piensen lo que quieran!”. La Casa Rosada en algún momento buscó un acuerdo político más amplio para Lijo y García-Mansilla con “todos menos los K”. Tentaron a gobernadores y al radicalismo y contaron los votos en una pizarra magnética. Pero no llegaron al número. Así asomó la opción de nombrar a los jueces de la Corte por decreto, en comisión por un año.

La encrucijada de Milei empeora si se tiene en cuenta que la prioridad de la Casa Rosada ahora es convocar a sesiones extraordinarias para tratar el proyecto de reforma política y eliminación de las PASO. Cristina mantuvo reuniones con su mesa chica en las últimas semanas -incluso con Axel Kicillof- para estudiar el tema. “Estamos dispuestos a suspender las PASO, no a eliminarlas”, comentó un referente de la terminal K. Este es también un tema en donde los libertarios tienen más intereses concurrentes con el peronismo que con sus aliados de Pro, que se sienten más tranquilos con las elecciones primarias en el cronograma.

En la reunión de gabinete del último jueves -que terminó con una foto de equipo con el “monumento a la motosierra”- el Gobierno definió que convocará a sesiones extraordinarias y que, además del proyecto de eliminación de las PASO, incluiría la privatización de Aerolíneas Argentinas y juicio en ausencia (iniciativa que se frustró en la misma sesión de “ficha limpia”).

Javier Milei reunió hoy a su gabinete y posó con los ministros y una motosierra

El Presupuesto 2025, en cambio, no estará. El martes pasado el Gobierno fingió por un rato tener interés en reabrir la negociación de las partidas con los gobernadores, pero la simulación duró unas horas. Apenas se cayó la sesión en Diputados prevista para rechazar el DNU de canje de deuda, terminó el amague malicioso.

La decisión de la Casa Rosada de dejar caer la “ley de leyes” inquietó también puertas adentro, porque hay funcionarios que se vislumbran administrando el caos a la espera de que Luis Caputo suelte la billetera. “¡Uy! que baile vamos a tener el año que viene… Espero que en Economía respeten lo que volcamos en el proyecto de Presupuesto”, se agarró la cabeza un secretario de Estado. Este es otro motivo de distanciamiento con Pro. Difícilmente un mensaje a Lospennato con una promesa sin fisonomía clara repare tanta bronca acumulada.

Milei termina así su primer año de gestión tensionado al máximo con Macri y necesitando de los votos de Cristina. La incomodidad del paisaje político se compensa con la algarabía por haber alcanzado la mejor marca histórica del Gobierno en las encuestas. Eso también fue motivo de celebración en la reunión de gabinete de esta semana.

Guillermo Francos y Victoria Villarruel, en el Senado

Karina Milei no quiere que nada opaque el momento. Por eso la Casa Rosada optó por sellar una tregua con Victoria Villarruel que se escenificó con la visita de Guillermo Francos, al Senado. Cuando él y la vice se sacaron la foto, el jefe de Gabinete -siempre componedor- bromeó con los falsos rumores de casamiento del ella. “No me invitaste”, soltó para lograr una postal de sonrisas genuinas. La vicepresidenta también dio señales de paz: dejó de tener fijado el tuit que había generado un conflicto con Francia. Y, sobre todas las cosas, cerró la persiana de la Cámara alta el miércoles para evitar cualquier revés inesperado en el sprint final.

¿Se incluirán en sesiones extraordinarias los pliegos para la Corte? Cristina transmitió, a través de José Mayans, que los 33 senadores peronistas votarán en contra de los pliegos que envió el Poder Ejecutivo si esos candidatos son nombrados por decreto. “El Gobierno no tiene otra que negociar”, se jactó un referente cercano a la expresidenta.

Pero con los acontecimientos de esta semana, las chances de Lijo y García-Mansilla se achicaron al mínimo. Cerca del Presidente barajaron, como última salida, nombrarlos por decreto y luego retirar los pliegos del Senado, para que no salgan rechazados. Sería un dilema enorme para Lijo. El magistrado debería renunciar a su juzgado en Comodoro Py para entrar de forma precaria al máximo tribunal sin ninguna garantía de supervivencia.

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